Los cuidados del pie deben realizarse durante todo el año e intensificarse en verano.
Al podólogo no solo debemos acudir cuando haya un problema, también podemos ayudar a prevenir la aparición de lesiones.
“Es recomendable acudir al podólogo cada vez que cambiamos el calzado de invierno a verano y viceversa”
¿Cuándo se debe acudir al podólogo?
Al podólogo no solo debe acudirse cuando haya un problema, también podemos ayudar a prevenir la aparición de lesiones. Por ello es aconsejable la realización de revisiones periódicas a lo largo del año, haciendo hincapié en aquellas épocas en las que el pie puede sufrir más, como por ejemplo, cuando realizamos el cambio de calzado abierto al calzado cerrado y viceversa.
¿Hasta qué punto es importante que cuidemos los pies en verano?
Los pies constituyen una parte esencial de nuestro cuerpo pudiendo, en ocasiones, alertarnos de la presencia de patologías importantes que requieren un tratamiento inmediato. Por ello, su cuidado y atención debe producirse durante todo el año. No obstante, durante el verano, el pie se encuentra mucho más expuesto a factores externos como el sol o diferentes superficies (hierba, arena, etc.), y por tanto, está más desprotegido, por lo que se deben intensificar dichos cuidados.
¿Cuáles son los problemas más comunes en los pies cuando llega el verano?
Los problemas más comunes en los pies suelen darse en la piel, ya que ésta es la primera barrera que nos protege contra los factores externos. En ella pueden darse diversos tipos de patologías:
1- Sequedad
El calor y la falta de hidratación pueden suponer un problema importante para nuestra piel, especialmente en los talones, produciéndose las conocidas como grietas, que suelen llegar a ser dolorosas y, en casos graves como en las personas con diabetes mal controlada, pueden provocar ulceraciones.
2- Cortes
La ausencia de calzado supone una exposición del pie a elementos cortantes o punzantes como conchas o cristales, pudiendo suponer un problema relevante si no se trata de manera adecuada, especialmente en personas con alteraciones de la circulación o la sensibilidad.
3- Rozaduras
Son patologías que se producen por el contacto directo del pie con el calzado, pudiendo ir desde pequeñas heridas hasta hiperqueratosis (durezas) y helomas (callos). Si bien el zapato suele ser más abierto, el pie, a lo largo del día, se dilata, por lo que puede favorecer la aparición de este tipo de lesiones.
4- Infecciosos
El contacto directo del pie en zonas comunes como piscinas, playas o baños favorece la proliferación de hongos, tanto en la piel como en las uñas. También es habitual la proliferación de bacterias o virus como las verrugas plantares, también conocidas como papilomas. Requieren una mayor complejidad en el tratamiento, aunque suelen responder de manera adecuada.
5- Quemaduras solares
La piel de los pies también puede quemarse, por lo que es muy importante emplear protectores solares sobre ella.
Otro tipo de lesiones que pueden aparecer en esta época del año tienen un origen biomecánico como la fascitis plantar, tendinitis o capsulitis entre otras. Pueden aparecer por el uso de un calzado inadecuado o por un cambio en la forma de caminar habitual. Las chanclas o sandalias que utilizamos en verano suelen tener menor sujeción, especialmente en la zona del talón y del tobillo, por lo que nos obliga a emplear los dedos para poder agarrarnos al calzado, cambiando la forma de caminar.
¿Cómo podemos prevenir su aparición?
En los cuidados del pie existen tres normas universales que deben aplicarse todo el año: corte recto de uñas, buen lavado y secado del pie -sobre todo entre los dedos – e hidratar con cremas específicas (suelen venir bien las de urea), a excepción de los espacios interdigitales, donde no se debe aplicar. En verano, aparte de intensificar estas medidas, también debemos:
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Evitar andar descalzos en piscinas, arena a altas temperaturas y lugares públicos, lavando posteriormente el calzado que hayamos utilizado.
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No compartir prendas como calzados o toallas.
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Emplear protector solar.
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Utilizar sandalias con buena sujeción en el tobillo y el talón.
Y si ya es tarde y esos problemas han aparecido ¿Cómo debemos tratar los pies?
Una vez que se haya producido alguno de estos problemas lo ideal es acudir al podólogo, especialmente si se sospecha que puede ser una lesión de origen infeccioso (hongos, verrugas) o biomecánico, o simplemente se desconoce su causalidad. No obstante, la sequedad y quemaduras solares leves o la aparición de heridas por cortes o roces pueden responder bien a la hidratación con cremas y a las curas con povidona yodada o cremas cicatrizantes respectivamente. No obstante, si existen problemas circulatorios, sensitivos o patologías como la diabetes, es el podólogo quien debe tratar dichas lesiones. En el caso de las durezas y las callosidades, aunque existen instrumentos en el mercado que alivian su sintomatología, el podólogo puede eliminarlos y aclarar el origen de dichas lesiones, atajando el problema de raíz.